En mi casa, a las magdalenas siempre las hemos llamado
“chupasangre” en honor a esas magdalenas que eran muy secas y te chupaban la
sangre y todos los jugos del cuerpo cuando te las comías. De niña no me
gustaban especialmente y prefería mil veces antes el bizcocho de yogur de mi
madre, el de toda la vida, porque es muy jugoso. Pero, a veces, me daban
ataques creativos culinarios, entonces cogía alguna de esas, las rajaba y les
untaba crema de cacao, leche condensada o cualquier cosa que pillara por casa
aunque ni por esas terminaban de convencerme. Lo que yo jamás hubiera imaginado
entonces es que años después se pondría de moda coronar un dulce muy parecido a
las chupasangre con un gran pegote de mantequilla y azúcar; me refiero a los
famosos cupcakes. Es más, si a mí se me hubiera ocurrido semejante barbaridad,
de seguro mi madre me hubiera quitado, horrorizada, las magdalenas de la boca
temiendo que su primogénita muriera por un infarto cardiaco y me habría
castigado por lo menos un mes comiendo tostada de aceite de oliva y yendo con
ella a caminar una hora diaria para bajar todo el colesterol que me acababa de
meter.
Los cupcakes,
esas magdalenas que no son realmente magdalenas, tan monos ellos con los más dulzones
rellenos (mermelada, chocolate, dulce de leche…) y decorados con buttercream
que, como su nombre indica, es una crema de mantequilla la cual se consigue
mezclando mantequilla, azúcar glas y esencias. Lo que los hace tan
irresistibles es que se le añaden colorantes a la buttercream y así el
resultado son unos pastelitos rematados con una crema de colores muy vistosos
en la superficie y, por si fuera poco, se decoran con: virutas de chocolate,
bolitas de colores, perlas de plata, figuras de fondant y todo lo que se le
pueda ocurrir a una mente creativa y poco temerosa del exceso de azúcar. ¡Hasta
galletas Oreo he llegado a ver coronando cupcakes!
Son unos pasteles fáciles de hacer y muy atractivos visualmente,
he ahí la combinación perfecta que los ha convertido en una moda y que ha hecho
que ahora todo el mundo quiera lucirse con ellos cuando organiza una celebración. Por eso, la receta que hoy que os propongo se
trata de unos pasteles que, al igual que los cupcakes, tienen una elaboración
muy sencilla pero con los que no vas a empalagar a tus comensales: unos muffins salados.
Muffins, cupcakes y magdalenas son tres términos que se
suelen confundir, por lo que creo que debemos diferenciarlos brevemente antes
de ponernos manos a la masa.
Las magdalenas
son de origen francés y pese a las chupasangres con las que todos nos hemos
topado alguna vez en la vida y no hemos sabido si comérnosla o utilizarla como
arma arrojadiza, las magdalenas bien hechas, tal y como se concibieron, son un
dulce muy esponjoso cuya masa se bate mucho para que coja aire. Además, la masa
lleva aceite a diferencia de los muffins y cupcakes que llevan mantequilla. Las
magdalenas tienen forma de copete en la parte superior y no se suelen rellenar
de nada.
Los muffins son de
origen inglés. Son más compactos debido a que la masa se bate muy poco y suelen
incluir rellenos tanto dulces como salados. La forma de los muffins es más
chata que las magdalenas ya que no tienen copete en la parte superior.
Y, finalmente, tenemos el último grito en moda repostera:
los cupcakes. Son de origen
estadounidense y se están convirtiendo en pequeñas obras de arte comestible
porque, como les comentaba al principio,
además de ir rellenos, parece que ya no hay límite en la decoración y se le
integran todo tipo de elementos comestibles, que la mayoría de las veces no es
más que pura azúcar de una forma u otra. ¡Esos sí que son chupasangres! Después de
comerlos terminas más sediento que si hubieras dado un paseo por Sevilla a las
cuatro de la tarde en pleno agosto.
Aclaradas las diferencias, vayamos con nuestra receta.
La receta que hoy te traigo, la de los muffins, no lleva
azúcar en la masa como los cupcakes ni los vamos a decorar con ella. Así podrás
lucirte cuando organices una comida sin que ni tú ni tus comensales tengáis que
echarle un pulso a las caries. Aunque
pueden llevar rellenos dulces, yo te voy a dar varias ideas para rellenos
salados porque me parece mucho más original si quieres sorprender con ellos
usándolos como aperitivos y el resultado es delicioso.
Los ingredientes
que necesitas para la masa de los muffins son 4 huevos, 250 ml. de leche, 200
gr. de mantequilla, 400 gr. de harina, una sobre de levadura Royal y un poco de
sal.
La elaboración es
muy fácil. Tienes que batir los huevos, la leche y la mantequilla derretida con
un poquito de sal, no mucha porque el relleno también le va a aportar sal.
Luego, integra la harina y la levadura. Recuerda que hay que batir lo menos
posible la masa, solo un poco, hasta que se disuelvan los grumos.
En cuanto al relleno,
te voy a dar tres ideas aunque realmente puedes usar lo que tengas por casa y
que más te guste. Además, yo a todos les añado queso tierno en taquitos y os
aseguro que es espectacular el sabor del queso fundido y los muffins quedan más
jugosos. Por ayudar a tu imaginación, te diré que puedes hacerlos de verdura,
por ejemplo con zanahoria, cebolla y pimiento cortado todo en trozos muy
pequeños y frito previamente. Esta idea es muy buena sobre todo para conseguir
que los niños coman verdura en un formato en el que difícilmente la van a
descubrir. Otra opción es añadir bacon o jamón que siempre combinan genial con
el queso. Por último, puedes hacer una versión de los muffins que recuerde a
una pizza añadiendo tomate frito y orégano a la masa y rellenándolos con
aceitunas y, por supuesto, queso.
La primera vez que los hagas estos muffins puedes usar los
típicos moldes desechables de papel, sin embargo, como sé que en cuanto los
pruebes te vas a aficionar a hacerlos a menudo, te recomiendo que compres unos
moldes de silicona que puedes conseguir en cualquier bazar o tienda
especializada en utensilios de cocina.
Una vez tengas la masa solo tienes que hacer una sencilla
operación: añade una cucharada generosa de la masa en el molde, luego agrega el
relleno y cierra el muffin con otra cucharada de masa. ¿Por qué te digo esto y
no que mezcles la masa con el relleno? Porque así te van a quedar mucho más
elegantes sin que se vean los trozos por la superficie para que no sea hasta
que se le dé el bocado al muffin cuando se descubra lo que lleva.
Otra advertencia que te tengo que hacer es que llenes unas
tres cuartas partes del molde, no más, ya que suben en el horno.
Ahora solo queda que los tengas en el horno durante quince
minutos a 150º.
¡Y listo!
Los puedes decorar con un poco de queso untar y orégano.
Se sirven recién
hechos o templados (fríos ya no tienen el queso fundido y así pierden mucho en
sabor), son sumamente adictivos y te prometo que no te chupan la sangre.
*Publicada en la sección de Gastronomía de LA VOZ DE HOY
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentar es gratis. Y mi respuesta también.
Deja huella de tu paso por aquí y me harás la mar de feliz.