De la moda lo que te acomoda, pero hay a quién le acomoda todo. Y luego se ve cada cosa…
Según parece, desde hace unos días ya es otoño. Yo soy sevillana y aquí ese concepto no lo conocemos, aquí, con un octubre de 35º, solo tenemos verano e invierno y lo de las cuatro estaciones es para los de Despeñaperros para arriba. Pero sabemos que es otoño porque lo pone en el calendario y porque El Corte Inglés y Desigual se lo curran en estas fechas para hacérnoslo saber con sus habituales y sicodélicos vídeos. De esos que después de verlos más que ganas de comprar ropa de la nueva colección lo que te entra es epilepsia.
Claro que entre el mítico anuncio de Desigual del año pasado y el de El Corte Inglés de este año hay un abismo. En el primero las modelos bailaban en el probador, que ya me dirás tú dónde encuentras un probador donde después de colgar el bolso, la ropa que llevas y la que te quieres probar, te quede espacio como para bailar en plan diva me quiero, me amo, qué tipazo tengo, bailo como si me hubiera bebido hasta el agua de los floreros. Mientras que en el anuncio de El Corte Inglés las modelos bailan en sitios mucho más glamurosos como en escaleras y calles desiertas. Y se mueven como si fueran maniquíes oteando el horizonte buscando vete a saber qué, un muslito de pollo o un trozo de pan me supongo yo viendo las pocas curvas que tienen esas mujeres.
Pero, más allá de tan sugerentes anuncios, lo que a mí me perturba del otoño es descubrir las nuevas tendencias. Es decir, lo que se va a llevar o, lo que es lo mismo, cómo va a ser nuestro uniforme en los próximos meses. Y si no que se lo pregunten a todas las originales que tienen una chaqueta amarilla de Zara colgada en el armario.
Pese a todo, a mí me gusta estar ilustrada en el arte del borreguismo, la moda, y por eso llevo algunos días empapándome de lo que está por venir en esta nueva temporada de otoño-invierno 2016/2017.
Lo primero a tener en cuenta, y como ya sucedía en temporadas pasadas, es que es tendencia mezclar estilos para crear algo nuevo tan armónico como un collage. En esta línea tenemos, por ejemplo, el Sporty Chic. Este estilo ya lo he pillado y hasta le he encontrado su gracia. El Sporty Chic, para que nos entendamos chicas más mundanas, es como el mítico chándal con tacón pero a la inversa. Consiste en algo así como vestirte arreglada por arriba y darle un toque deportivo a tu outfit por abajo. Lo que, quieras o no, tiene su gracia y hasta resulta la mar de práctico porque al final terminas con un look “arreglá pero informá” muy cómodo.
*Imagen de la web de Bershka
Lo más fácil es meterle a todos tus conjuntos unas zapatillas deportivas, así las combines con un vestido o con una blusa estampada, da igual. Yo estoy encantada con este estilo y siga llevándose varias temporadas más porque de todas las corrientes estúpidas que me han influenciado e influenciarán a lo largo de mi vida, esta al menos es no atenta contra la salud y la apoyarían tanto podólogos como traumatólogos.
Una tendencia recién acaba de aterrizar este año es el estilo bailarina. Las faldas de tul y las faldas midi no son nada nuevo, pero ahora se mezcla precisamente eso, faldas con un poco de tul y largo midi. Y se supone que nos las vamos a poner en nuestro día a día. A mí, llámame anticuada —o retro, que me gusta más— pero no termino de imaginarme yendo a la facultad o a un trabajo —que no sea encima de un escenario— en un día frío y lluvioso de invierno con una falda de tul. No, no lo veo. Y, si me apuras, tampoco me veo yendo con una falda de tul al cine.
* Imagen de la web de Zara
Sin embargo, el auténtico despropósito de esta moda son los
zapatos de bailarina. A ver, ¿a nadie se le ha ocurrido pensar que esos zapatos
tan planos no son buenos para andar por la calle? Que andar descalza en verano
por tu casa puede dar gustito, aunque yo soy muy remilgada y ni por esas, pero
andar descalza por la calle en invierno es temerario. Lo menos grave que te
puede pasar es clavarte guijarros y todo lo que haya por el suelo; lo más común
que te pase es que a poco que caigan cuatro gotas termines con los pies
empapados. Ya me imagino yo toda glamurosa por la calle, con mi falda de tul y
mis bailarinas en los pies, marcándome un estiloso demi plié y aterrizando en
el suelo porque las bailarinas, como las manoletinas, resbalan a poco que te
descuides y sobre todo sobre superficies mojadas. Gran idea para el otoño,
claro que sí.
* Imagen de la web de Zara
Y si de zapatos se trata, otra opción que va a estar muy de
moda son los zapatos de abuela. Es genial porque por primera vez, cuando no
tengas qué ponerte un fin de semana o en una cita, en vez de atracar el armario
de una amiga puedes buscar en el zapatero de tu abuela. Imagina la ilusión que
le hará a esa buena mujer, pues ahora no
solo podrá cebarte si no, también, apañarte el calzado para un evento.
Otra moda que de seguro le va a encantar a tu abuela es la
de ponerse una camiseta debajo de un vestido de tirantes. Ya no es que cuando
salgas a la calle te lleves una rebeca por si refresca luego, qué va, ya es que
te lleves una camiseta puesta de antemano. Muy bien pensado. Y quien dice
camiseta dice, ya que te pones, un jersey debajo de un vestido. Aunque el color
no pegue con el vestido. Aunque el vestido sea de terciopelo. Aunque la
combinación moleste a la vista. No importa. Póntelo. ¡Es tendencia!
*Imagen de la web de Bershka
Que la moda es cíclica y que todo está ya inventado, eso ya
lo sabes. Lo de las camisetas básicas debajo de vestidos de tirantes es algo
que ya has vivido, y que ya probaste allá por los 90. Así que, como antaño,
súmale a la moda los collares muy pegados al cuello. Principalmente, los que
son negros y tienen algún abalorio colgando. Como los collares de los perros,
pero mucho más chic, porque están de moda.
*Imagen de la web de Mango
Para el día a día, o para cuando quieras porque en esto de
la moda nunca se sabe, se siguen llevando los pantalones rotos. Y cuando digo
rotos no me refiero a algunos rotos sutiles, qué va, me refiero a rotos como si
hubieras intentado hacer con ellos una manualidad Art Attack y te hubieras
quedado a medio camino. Rotos de rotos. Rotos de que vas a tener que llevar las
piernas mejor depiladas que en verano para poder ponértelos. Una moda que
podría entender en verano, pero en invierno, con el frío que hace, casi que
prefiero ir en medias que con unos vaqueros de esos y media pierna fuera.
Bueno, quizá esté exagerando, como buena géminis que soy. Y
es que, siendo justa, a veces parece que la moda se autoregula. Quiero tener fe
en ello. Siendo así, tendría explicación el que se llevaran pantalones rotos y,
a la vez, abrigos tan largos que, si te los compras negros, puedes jugar a ser
Keanu Reeves en Matrix. Ah, y de paso abrigarte esas desnudas piernas en
tendencia.
*Imagen de la web de Zara
Esto es solo una leve pincelada de todo lo que, servidora
incluida, por mucho que critiquemos nos vamos a acabar poniendo más pronto que
tarde. Así que ahora, con la sangre fría que me da el vivir en una zona donde no
existe el otoño y el poder estar en casa redactando en el ordenador ataviada con el pijama aún
de verano en octubre, dejo testimonio escrito para cuando, en el futuro, me dé
por repasar mis fotografías y me pregunte cómo salía vestida así a la calle,
recuerde que, de vez en cuando, tenía momentos de lucidez. Momentos que
desaparecían en cuanto me iba de compras y me volvía loca, loca del coño.
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