* En la imgen, Urss, una servidora e Irina, respectivamente.
Yo y las zorras de mis amigas
somos mujeres modernas y muy profundas de las que usan mascarilla después del
champú, saben que la keratina aclara los tintes y leen libros que nunca han
sido Bestseller. Además, cuando quedamos, reflexionamos sobre cosas de la vida
y hacemos fotos a la comida pero solo las subimos a Facebook, Twitter o Instagram, nada de Pinterest, no somos de esas.
Mis amigas zorras se llaman Irina
y Urss. En realidad, tengo más amigas, pero no son zorras, o lo son con otra acepción del concepto. Ya me
entienden.
Urss y yo somos andaluzas de pura
cepa, de las que de niña alimentaron con
biberones de gazpacho y de las que jamás dirían que hace calor si el termómetro
no supera los 40º. Las dos somos sevillanas, aunque yo soy de un pueblo y ella
de la ciudad. En realidad, Urss vive en un barrio a las afueras de Sevilla
ubicado en un estratégico enclave entre dos clubs de alterne pero, si le
preguntas, le encanta remarcar que no es de pueblo. Yo, a veces, hago como
hacen las buenas amigas: disfruto sacándola de quicio y le recuerdo que hay más
distancia de su barrio al centro de Sevilla que de su barrio al pueblo más
cercano. Ella le pega una patada a la piedra que le lanzo argumentando que eso
no importa, que lo que importa es que, si quisiera, podría ir de su barrio al
centro de Sevilla en bicicleta, aunque para ello tardara casi una hora. Urss
considera que eres digno de estar empadronado en cualquier Ayuntamiento al que
puedas llegar en bicicleta, independientemente de dónde esté ubicado tu lugar
de residencia. Imaginaos las posibilidades que se le abrirían a Lance Armstrong si esta teoría
prosperara…
Urss, además, adora a Sevilla y es
tan ombliguista que moriría de desnutrición si alguien le cortara el cordón
umbilical que le une a su placenta hispalense.
Irina no es andaluza, la pobre
nació de Despeñaperros para arriba, concretamente en la capital y, claro, no es
lo mismo. Ella siempre anda en sus movidas y a veces la idiosincrasia andaluza
le hace petar (es un verbo nuevo que me ha enseñado y que viene a significar
algo así como “me agobia que te cagas”).
Irina lleva dos años viviendo en
Sevilla, llegó aquí por el trabajo del marido y pronto se asentó en una
población sevillana de esas sin alma que se ubican en los extrarradios de las
ciudades y suelen servir de dormitorio. Allí todas las casas y todas las calles
son iguales. La deshumanización del entorno le recuerda un poco más a su tierra
pero con menos estrés, eso le gusta.
En todo este tiempo, Irina ha
intentado integrarse en nuestra tierra, hasta se compró, el año pasado, un
traje de flamenca y se plantó en la feria con él puesto. Lo pasó mal y la lió
parda, todo en uno. Esa es una de esas historias que hay que contar con detenimiento,
recreándose en los detalles, quizá algún día lo haga. El caso es que este año
Irina no ha tenido los ovarios para ponerse el traje y mira que ella es una
chunga madrileña de armas tomar de las que puedes incitar a hacer cualquier
cosa, repito, cualquier cosa, con un solo “no hay huevos” y aunque ella, por su
condición biológica, ande escasa de eso, se lo toma, en su caso, muy a pecho y
hace lo que le propongas. Yo creo que iba para hombre y se quedó en madrileña.
Eso sí, ella compensa esa faceta masculina derrochando feminidad cuando se
contonea al andar, ¡lo cortés no quita lo valiente!
El problema es que con contoneo o
sin él, pareciera que lleva un cartel en la frente que la delata; no pasaría
por andaluza ni aunque se tiñese de morena, se pusiera un lunar en la cara y se
pasara el día tocando las palmas.
Y yo… Yo no podría definirme
porque hablar bien de una queda muy feo o eso dicen. Yo solo diré, aunque la frase ya la tengo
manida, que vivo en un pueblo por cuyas arterias corre jugo de tomate, sin
embargo, a mí lo mismo me da, me siento tan arraigada a este lugar como si
viviera en otro con arterias bañadas de vino, vinagre o cualquier otra ambrosía
líquida. Insisto, y los que me rodean parecen conformes con la idea,
en que yo parezco haber sido criada en una galaxia lejana o, al menos, en otro
país, pero eso es todo de boquilla; a veces,
muchas veces, me descubro, cuando nadie me oye, negando con un “no ni
ná” y ahí se acaba todo mi paripé.
Irina, hace unos meses, me habló
de un texto de Carver que yo acabo de leer antes de ponerme a escribir esta
chorrada que habré de colgar en mi blog porque eso de redactar para que nadie
te lea no va mucho conmigo y ya se me pasó la edad de escribir diarios. El caso
es que, en ese texto, Carver comenta una fotografía que le tomaron junto con
Tobias Wolff y Richard Ford, ¡menudos tres personajes!, y deja claro lo que él
entiende por amistad. «¿Elegiría,
suponiendo que tuviera que elegir, una vida de pobreza y enfermedades si fuera
el único modo de conservar los amigos que tengo? No. ¿Dejaría mi sitio en el
bote salvavidas y me enfrentaría a la muerte por alguno de mis amigos? No, sin
heroísmos. Tampoco lo harían ellos por mí y no querría lo contrario. Nos
comprendemos bien. En parte somos amigos porque comprendemos eso. Nos queremos,
pero nos queremos a nosotros mismos un poco más».
Irina, Urss y yo, no tenemos una
amistad convencional, no vamos diciendo por ahí que somos tan amigas que
haríamos cualquier cosa la una por la otra. No somos hipócritas y eso garantiza
la perpetuación de tan estrecho lazo tripartito. Urss, Irina y yo tenemos una
amistad sincera como no puede haber otra: una amistad Carveriana. Somos amigas, nos profesamos verdadero cariño
y una gran estima, nos ayudamos las unas a las otras e intentamos estar cuando
se nos necesita pero sin heroísmos, por favor.
*Si te ha gustado la presentación de semejantes tres "personajas", no te pierdas la siguiente entrega de esta sección, el miércoles 13 de agosto. Podrás leer sobre sus aventuras y desastres cotidianos y te sorprenderán con sus profundas, profundísimas, reflexiones de esas tan intensas que solo se tienen bajo la alcachofa de la ducha o comiendo pipas. ¡No faltes a la cita!
*Si te ha gustado la presentación de semejantes tres "personajas", no te pierdas la siguiente entrega de esta sección, el miércoles 13 de agosto. Podrás leer sobre sus aventuras y desastres cotidianos y te sorprenderán con sus profundas, profundísimas, reflexiones de esas tan intensas que solo se tienen bajo la alcachofa de la ducha o comiendo pipas. ¡No faltes a la cita!
Que buen 1º capitulo , me ha gustado mucho !! Impaciente espero los demás para leer sus historias , Esto promete !!
ResponderEliminar¡Me alegra, Urss! Ya sabes, prontito vuelven estas chicas cargas de historias.
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