Lo sabes tú y lo sé yo: se avecina la temporada del destape
y ya llegas tarde para la operación bikini.
Hay que empezar a asumir que esa barriguita cervecera o esas cartucheras
que has escondido estoicamente durante
el invierno van a salir a la luz irremediablemente. Y, por si fuera poco, con
las altas temperaturas que soportarás, como cada año, tu alimento base serán
los helados.
Tampoco hace falta que montes un drama, el verano es fecha
para eso: salir, tomar helados, alargar las siestas y las copas en las
terrazas.
El truco está en saber compensar los excesos que se vienen
con una alimentación equilibrada y algo de deporte. ¡Menuda panacea! ¡La chica
de la sección de gastronomía debe haber realizado una tesis para llegar a
semejante conclusión! Ya te estoy oyendo. No, pero a veces conviene recordarlo
porque por increíble que parezca, se nos olvida.
Yo entiendo que viviendo en una tierra en la que, en verano,
emana fuego del suelo de ocho de la mañana a diez de la noche (como mínimo), no
apetezca mucho salir a caminar o a correr, ni hacer ejercicio alguno. Pero eso
no impide que rentabilices las muchas horas que vas a pasar en la piscina o en
la playa y no las dediques solo a tostarte como una gamba a lo vuelta y vuelta
o a remojarte durante horas sin mover un músculo como si estuvieras en la
bañera de tu casa.
También recuerda que tienes que beber mucho líquido,
no solo para eliminar toxinas sino para prevenir que te deshidrates no vaya a ser que cuando estés tumbada en la toalla (si eres una chica) o cuando estés con la pose de otear el horizonte con las manos en el bolsillo del bañador (si eres un chico y, no nos engañemos, tú no oteas el horizonte, tú lo que haces es calibrar el percal femenino y lo sé porque pones la misma cara que un diabético frente a un puesto de golosinas), de la poca agua que atesore tu cuerpo, tengas la piel tan seca y arrugada que parezca que has escapado de un geriátrico o te has envuelto, a modo de toalla, con el pellejo de un octogenario. Ten cuidado con eso.
no solo para eliminar toxinas sino para prevenir que te deshidrates no vaya a ser que cuando estés tumbada en la toalla (si eres una chica) o cuando estés con la pose de otear el horizonte con las manos en el bolsillo del bañador (si eres un chico y, no nos engañemos, tú no oteas el horizonte, tú lo que haces es calibrar el percal femenino y lo sé porque pones la misma cara que un diabético frente a un puesto de golosinas), de la poca agua que atesore tu cuerpo, tengas la piel tan seca y arrugada que parezca que has escapado de un geriátrico o te has envuelto, a modo de toalla, con el pellejo de un octogenario. Ten cuidado con eso.
En verano resulta muy fácil comer sano. Aprovecha que es
tiempo de sopas frías, ensaladas y aliños. Y, además, tienes una gran variedad
de frutas propias de de temporada para darte un chute de vitamina cada vez que
te apetezca.
También, lo que suelo hacer durante el verano, para
compensar los excesos, es intentar aumentar la ingesta de proteínas y bajar la
de carbohidratos y grasas saturadas, pero sin pasarme ni obsesionarme con
dietas tipo Dukan ni nada por el estilo. ¡Los extremos no son buenos!
Para ello, una idea sana y ligera es la de recurrir al
pescado o la carne cocinadas a la plancha. El problema es que esta opción
parece algo sosa e insípida pero no tiene por qué. Te aconsejo que si vas a
hacer carne a la plancha, primero la dejes en un aliño a base de limón, ajo
picado y perejil fresco, cuatro o cinco horas antes. También puedes cambiar el
limón por vino, como si fueras a hacer filetes empanados. Te aseguro que con
este truquillo, el filete que hagas tendrá mucho sabor y se te olvidará que
está hecho a la plancha y no bañado en salsa.
Sin embargo, yo tengo que confesar que soy una fanática de
las salsas. ¡Me chiflan!
Las salsas no son una opción muy aconsejable si pretendes
cuidarte un poco ya que suelen llevar nata, mantequilla o ingredientes ricos en
grasas, aunque afortunadamente no todas tienen tantas calorías. Hay opciones de
salsas ligeras y se me ha ocurrido que hoy podía traerte una que, además,
combina muy bien con unos lomos de atún a la plancha: salsa de pimientos del
piquillo.
Ya era hora de que te trajera una receta de pescado. No
olvido que vives con un pie en el mar.
Vuelvo a saber lo que estás pensando ahora: ¡esa salsa de la
que hablas lleva nata! Pues no. Pese a que a todo el mundo parece haberle dado
por hacer salsa con nata y pimientos del piquillo, se puede hacer una salsa
deliciosa, mucho más sana, sin nata y tan fácil como cualquiera de las
propuestas que siempre te traigo.
Los ingredientes que necesitas para la salsa de pimientos
del piquillo son 2 cebollas, 10 pimientos del piquillo en conserva, 500ml de
agua, aceite de oliva y sal.
Con estos ingredientes obtendrás la cantidad de salsa
suficiente para acompañar a cuatro lomos de atún.
La elaboración de la salsa es nivel principiante-bajo, es
decir, ¡es una receta perfecta para estudiantes y recién emancipados! Con esta
receta puedes demostrarle a cualquiera de ellos que pueden cocinar algo más que
pizzas. Enséñales que hay vida más allá del tupperware de una madre.
Te explico cómo se hace la salsa. Debes cortar la cebolla en
juliana y ponerla a freír hasta que esté dorada. Luego añade los pimientos del
piquillo cortados en tiras, el agua y sazona al gusto. Deja que hierva durante
30 minutos. Transcurrido el tiempo, tritúralo todo con una batidora y pásalo
por un chino.
Esta es una opción estupenda para las cenas de verano. ¿Has
visto lo fácil y rico que puede ser cuidarse un poco?
Hazme caso y trátame bien a ese cuerpo tuyo que tienes porque
en las dos próximas entregas del mes de junio te voy a traer un par de recetas
para cumpleaños (ya te explicaré por qué) que
no son precisamente bajas en calorías: un pastel salado y una tarta de
un cóctel. Pero no te podrás resistir a ellas porque, además de fáciles, te
salvarán de más de un apuro este verano. ¡No te las vayas a perder!
*Publicada en la sección de Gastronomía de La voz de Hoy
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