Oficialmente, es Navidad. Esto quiere decir que acaba de
empezar esa maravillosa época del año en la que las calles están atiborradas de
gente a todas horas, hace frío hasta en el Sur,
tienes comidas protocolarias con gente con la que no compartirías ni un
café y acabas compartiendo una buena curda, pasas días buscando regalos
agotados o intentando adivinar la talla y gustos de tus allegados, decoras tu
casa con un árbol de plástico colocado en medio del salón lleno de guirnaldas y
luces parpadeantes (omitiré decir a qué me recuerdan tan grotescos adornos) y en
la que terminas gordo como un cochino después de haberte cebado con tanto
festín navideño y tanto polvorón.
Ay… cómo me gusta la
Navidad. En serio te lo digo: qué suerte que no puedas ver mi cara de Grinch al
otro lado de la pantalla mientras escribo estas letras. No obstante, a lo mejor
tú tienes niños y para ellos es una época bonita, o a lo mejor tienes una
familia modélica de esas que aparecen en las películas americanas donde todo es
risa y alegría y las cuñadas no se sueltan pullas, los cuñados no aprovechan el
jolgorio para beberse hasta el agua de los floreros disimuladamente, los primos
no se pelean jugando y los abuelos no le dan collejas a los nietos si picotean
los platos antes de tiempo. Definitivamente, ¡qué suerte la tuya!
Seas un suertudo de estos o no, probablemente recibirás
visitas en casa estos días y algunas incluso sin avisar con tiempo, ¡hala, a
repartir amor improvisadamente!
¿No te ha ocurrido que cuando viene gente a merendar a casa
en Navidad los recibes con una bandeja repleta de mantecados, mazapanes y todo
tipo de dulces preparados para la ocasión y los muy desagradecidos te contestan
algo así como «ay, no, no me apetece, gracias, si es que llevo desde noviembre
comiendo mantecados…»? Yo, de buena gana les cerraría la boca con un polvorón y
no les daría ni agua a ver si se atragantaban, pero como quizá tú no seas tan
malvado como yo (espero), de seguro te gustaría tener algo fácil y rápido para
salir del apuro con esas más o menos deseables visitas navideñas o, ya puestos,
en cualquier merienda improvisada, por eso te traigo un goloso apaño: bizcocho
de chocolate.
Saber hacer un buen y jugoso bizcocho es algo que te va a
sacar del apuro en cualquier época del año y si, además, tiene un toque
especial como este bizcocho con sabor a chocolate, tanto mejor.
Para una merienda que nos ha pescado por sorpresa y no
tenemos ni tiempo, ni ingredientes para hacer grandes malabares reposteros, lo
suyo es hacer un bizcocho como el de
toda la vida con ingredientes que nunca faltan en tu despensa. Nada que ver con
un brownie y cosas de esas, pues no queremos un mazacote de chocolate, sino
algo más ligero.
Los ingredientes que necesitas son 4 huevos, un sobre de
levadura, 1 yogur de limón (o coco, personalmente, me encanta el toque que le
da esta opción al bizcocho) y tomando la medida del vaso de yogur necesitas,
también, 3 vasos de harina, 2 vasos de azúcar, 1 vaso de aceite de girasol y 1
vaso de cacao en polvo.
El bizcocho de chocolate se elabora en un momento. Solo
tienes que batir los huevos, el yogur y el azúcar y luego agregarle la harina,
la levadura, el aceite y el cacao, como te dije, utilizando de medida el mismo
vaso del yogur. Puedes agregar dos vasos de cacao en polvo en lugar de uno si
quieres un bizcocho con un sabor más intenso a chocolate. Yo no le agrego tanto
porque me gusta que no sea tan pesado, pero es cuestión de gustos.
Para terminar, vierte el preparado en un recipiente apto
para el horno.
El tiempo de horneado es de unos 20-25 minutos aprox. en un
horno a 180º con calor solo por abajo.
Este bizcocho de chocolate es muy esponjoso, está delicioso
y con que lo presentes con un poco de azúcar glass espolvoreada por arriba
quedas como el mejor de los anfitriones. Ahora bien, esto es un básico que
deberías tener anotado porque a poco que le rajes por la mitad y le eches dulce
de leche, crema de cacao o alguna crema pastelera que sepas hacer y luego lo
cubras con una ganache de chocolate como
la que te enseñé a hacer en la receta“latarta de la abuela moderna”, tienes una improvisada y riquísima tarta. Recuerda
lo que siempre te digo: es cuestión de echarle imaginación.
*Publicada en la sección de Gastronomía de La voz de hoy
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentar es gratis. Y mi respuesta también.
Deja huella de tu paso por aquí y me harás la mar de feliz.