Hoy es Nochebuena y, aunque en la entrega pasada no vine con
mucho espíritu navideño, en esta ocasión hago de tripas corazón y te traigo una
receta especialmente pensada para ti que aún no sabes qué cocinar para la cena
de esta noche o que entre el trabajo y las compras de última hora no has tenido
tiempo de preparar gran cosa.
El mundo de las mesas de Navidad es de lo más variopinto.
Hay familias que no entienden una comida de Navidad si no hay marisco de por
medio, aunque sean unas patas de cangrejo o unos langostinos en oferta. Hay
otras, las más peliculeras, que se afanan por conseguir un pavo para ese día,
aunque luego no lo vuelvan a comer el resto del año. Hará relativamente poco,
empezó la moda de las ensaladas aliñadas con vinagre de Módena y se colaron pronto en las comidas navideñas. También
hay, cada vez más, quienes optan por la moda de los canapés como entrantes. En
mi casa hace tiempo ya que cada 24 de diciembre a mí me toca estar frente al
ordenador buscando en Internet posibles rellenos para volovanes y tartaletas
(aunque al final siempre acabamos rellenándolos con lo mismo). Cada familia
tiene sus costumbres. ¡No hay dos con las mismas!
Lo que sí suele estar presente en casi todas las mesas por
estas fechas, al menos donde yo vivo, es la típica carne mechada. Por eso, es
muy probable que hoy tengas un trozo de cinta de lomo en la nevera que hayas
comprado hace unos días con la idea de mecharlo pero que todavía no hayas
sacado tiempo para eso. Pues bien, la
receta que te traigo consiste en aprovechar ese lomo haciendo algo diferente,
para variar. A mí, hará dos navidades, me ocurrió que teníamos en casa un trozo
de cinta de lomo y no nos apetecía volver a comer carne mechada como cada año.
Casualmente, hablando con una amiga sobre el laberinto y quebradero de cabeza
que a menudo suponen las recetas navideñas, ésta me contó que su madre solía
hacer un lomo en salsa para estas fechas y me dio la receta. Aquel año la
hicimos en mi casa para la cena de Nochebuena y gustó mucho. Desde entonces he
ido “tuneando” la receta a mi gusto pues creo que lo realmente divertido de la
cocina es darle tu toque a las recetas, cambiar las proporciones de los
ingredientes, quitar unos, añadir otros…
Te animo a que hagas lo mismo con esta receta y cualquier otra que te
traiga o te haya traído ya.
Por mucho que le haya “metido mano” a esta receta de lomo en
salsa, es y siempre fue, una receta muy sencilla (como todas las que te traigo,
ya lo sabes), con ingredientes que todo el mundo tiene en casa, que está muy
rica y que es ideal para una cena o comida navideña o para cualquier ocasión.
Yo, sinceramente, no suelo hacerla muy a menudo, por aquello de que me gusta
dejar ciertas recetas para ocasiones especiales (soy así de maniática) aunque a
veces me puede el antojo y la hago cualquier día. Pero a lo mejor tú, cuando
veas lo fácil que es y el sabor tan “potente” que tiene, puede que te dé por
hacerla todas las semanas.
Los ingredientes que necesitas son un trozo de cinta de lomo
(1,5 kg. aprox.) , 5 cebollas, 4 zanahorias, 3 hojas de laurel, 4 o 5 dientes
de ajo, 1 vaso de brandy, medio vaso de vino blanco, 1 pastilla de caldo
concentrado de pollo, sal y pimienta.
Para hacer esta receta tienes que seguir varios pasos.
Primero corta las cebollas en cuadrados (no te digo en brunoise que es como
quedaría más “elegante” porque en realidad luego la cebolla va a ir batida por
lo que no hace falta que te esmeres mucho en cortarla en pequeños pedacitos) y
ponla a freír en una olla a presión. Si no eres muy mañoso/a con las ollas
rápidas (yo misma soy de las que tiene terror a cerrar una de esas ollas mal y
que me explote en las narices, ¡menudo drama!) puedes utilizar una olla normal
aunque, evidentemente, tendrás que aumentar los tiempos de cocción que te voy a
indicar. Luego, pela las zanahorias y agrégalas cortadas en rodajas. Cuando la cebolla se esté empezando a dorar,
agrega un chorro generoso de salsa de soja y sofríe unos minutos más. Mientras,
coge el lomo y salpimiéntalo. Yo te aconsejo que frotes los lados del lomo con
sal y pimienta para que la carne coja bien las especias y, en una olla aparte,
selles el lomo, es decir, que lo frías un poco por cada uno de sus lados en una
sartén con el aceite fuerte. ¡Solo un poco! Esto se hace para que no pierda los
jugos durante la cocción. Una vez tengas el lomo sellado y la cebolla dorada
junto con la zanahoria frita, agrega a la olla el lomo, el vaso de brandy y el
medio vaso de vino blanco y deja que se evapore el alcohol. Después, echa las
hojitas de laurel, la pastilla de caldo concentrado y agrega agua hasta cubrir
la carne. Podrías añadir también un poco
de sal pero a mí, personalmente, con la pastilla de caldo concentrado y el
chorrito de soja me parece suficiente. Te aconsejo que no le agregues más allá
de una pizca. Es preferible rectificar un poco de sal al final, si se queda
soso, que pasarte y que no tenga solución el desaguisado. Ponlo a fuego máximo
y cuando empiece a hervir cierra la olla. Baja a fuego medio y deja que se vaya
cociendo la carne durante 20 minutos. Pasado el tiempo, abre la olla, dale la
vuelta a la carne, agrega un chorro generoso de limón, vuelve a llevar el fuego
a ebullición y cierra de nuevo la olla, para dejar que la carne se cocine
durante otros veinte minutos a fuego medio.
Pareciera que son muchos pasos pero en realidad son cosas
muy sencillas.
Para finalizar tienes que sacar el lomo y reservarlo aparte.
Quita las hojitas de laurel y bate el caldo con la cebolla y la zanahoria. Rectifica
de sal en este punto si lo ves conveniente. El resultado es una salsa
espectacular. Si ves que te ha quedado muy líquida puedes ponerla a cocer unos
minutos más, hasta que esté a tu gusto.
Para presentarlo, corta el lomo en rodajas y agrega por
encima la salsa. También puedes poner un pequeño tarro en la mesa con salsa
para quien se quiera añadir más. Te aviso que es una de esas salsas en las que
lo de mojar pan es una tentación irresistible.
En la fotografía puedes ver que yo acompañé la carne con
patatas fritas un día “no especial” pero
tú puedes echarle imaginación y currarte un acompañamiento más “sofisticado”
(vamos, por aquello del postureo de estas fechas). Lo dejo a tu imaginación.
Espero que te guste mucho la receta y puedas disfrutarla en
compañía de aquellos a quienes quieres y aprecias.
¡Felices fiestas!
*Publicado en la sección de Gastronomía de La voz de hoy
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