Cría cuervos y te sacarán los ojos. Muchas de mis recetas
nacen de la intención de vacilarle en la cocina a mi madre. Lo confieso. Ya te he
hablado en alguna ocasión de su bizcocho de yogur, un pastel tan simple pero
tan jugoso y sabroso que es todo un clásico en las meriendas de mi familia. La
receta que utiliza no es ningún misterio, es la típica receta de bizcocho de
yogur que todos conocemos, pero debe ser el tiempo de horneado o algún
truquillo que ella tiene y que, por supuesto, jamás me va a confesar, el que
hace que consiga un bizcocho riquísimo que por más que lo he intentado nunca me
sale exactamente igual.
¿Cómo hago para derrocar a un clásico o al menos estar a la
altura de las circunstancias?
No lo tengo fácil, no puedo competir elaborando un bizcocho
cualquiera, así que recurro a la
artillería pesada. Mi propuesta para las meriendas es un pastel que no deja
indiferente a nadie: un pastel mágico.
No es mágico porque te aporte superpoderes; te aseguro que después de comerlo no te saldrán telas de araña de las muñecas y, aunque te quites la gafas y te encierres en una gabina de teléfono (si es que encuentras una), no estarás preparado para salvar el mundo. Es un pastel mágico porque se hace solo. El truco está en que hay que elaborar una sola masa y luego, con el horneado, su composición se divide en tres. El resultado es espectacular porque obtienes un vistoso dulce de tres capas: la primera de bizcocho, la de en medio es una especie de flan y la base es como un pudin. ¡Delicioso!
No es mágico porque te aporte superpoderes; te aseguro que después de comerlo no te saldrán telas de araña de las muñecas y, aunque te quites la gafas y te encierres en una gabina de teléfono (si es que encuentras una), no estarás preparado para salvar el mundo. Es un pastel mágico porque se hace solo. El truco está en que hay que elaborar una sola masa y luego, con el horneado, su composición se divide en tres. El resultado es espectacular porque obtienes un vistoso dulce de tres capas: la primera de bizcocho, la de en medio es una especie de flan y la base es como un pudin. ¡Delicioso!
Los ingredientes que necesitas para este pastel con el que
podrás, además, demostrar a tus comensales que la repostería es pura alquimia,
son 4 huevos, 500 ml. de leche, 125 gr. de azúcar, 120 gr. de mantequilla, 100 gr. de harina, una cucharada
de esencia de vainilla, el jugo de medio limón y azúcar glas.
Verás que la elaboración del pastel mágico no requiere
trucos de prestidigitación. Eso sí, convendría, o al menos te ayudaría, tener
una de esas típicas batidoras de varillas y amasadoras, aunque no es
indispensable.
Vayamos con los pasos. Separa las yemas de las claras de los
cuatro huevos. Bate las yemas junto con el azúcar, la esencia de vainilla y el
jugo de limón. Agrega la mantequilla derretida pero que ya haya enfriado, la
leche y finalmente la harina y sigue batiendo hasta que no haya grumos. Después,
monta las claras a punto de nieve y agrégalas a la mezcla con movimientos
envolventes.
Una vez lo tengas todo integrado viértelo sobre un molde, el
que usas para los bizcochos, por ejemplo, y hornéalo a 160º durante una hora.
Cuando lo saques déjalo enfriar un par de horas en el
frigorífico para que coja cuerpo.
Para terminar, sólo tienes que espolvorearlo con azúcar
glass y degustarlo. La mezcla de las tres texturas le da un sabor espectacular
que no te va a defraudar.
Suelo sugerirte otras ideas o formas de hacer la receta que
te propongo porque me gusta no olvidar que la creatividad en la cocina es algo
muy importante. ¿Creías que hoy iba a ser menos? No, lo he dejado para el final
pero no me he olvidado. Puedes hacer otra versión agregando a la mezcla, antes
de echarle las claras de huevo montadas a punto de nieve, cacao en polvo y
obtener, así, un pastel mágico de chocolate e incluso, en vez de eso, puedes
optar por chocolate blanco derretido previamente. ¡Lo que prefieras!
Y, para finalizar, te dejo un dato curioso para que puedas
ilustrar a tus sorprendidos comensales. Este es un pastel de origen rumano (ya
te avisé que te traería algunas recetas de repostería rumana) que se llama “prajitura
desteapta" (ya, a mí también me parece impronunciable el nombre,
será mejor que lo anotes en un papel si no quieres olvidarlo) y significa
“pastel inteligente” por aquello de que es tan listo que se hace solo. Aquí en
España lo llamamos así o más comúnmente lo conocemos por pastel mágico porque
lo que sucede con su horneado es pura y deliciosa magia.
Ahora solo queda que
te atrevas a hacerlo, lo disfrutes y, gracias a él, puedas presumir de tus “increíbles
dotes” para la repostería.
*Publicado en la sección de Gastronomía de LA VOZ DE HOY
He visto este pastel más veces y hasta ahora no lo he hecho, ahora me pregunto por qué porque se ve tan rico, jugoso, me apetece un trozo ahora mismo viendo el tuyo.
ResponderEliminarSaludos.
La verdad es que está muy rico, Lola. Ahora me ha dado el antojo hasta a mí... Tendré que volverlo a hacer jeje La receta tiene varios pasos pero no es difícil. Seguro que si te animas a hacerlo te va a gustar muchísimo. Tiene un sabor muy suave y las tres texturas le dan un toque muy particular al dulce.
ResponderEliminarUn saludo! ;)