Pollo a la Coca-Cola es una receta que no tiene sabor a
tradición. Pollo a la Coca-Cola es una receta que tiene sabor a la creatividad
desesperada de un grupo de jóvenes que vivían en un piso de estudiantes y a los
que un día se les debieron de acabar los tupperwares de sus madres. Al tener que subsistir con lo poco que tenían en su famélica nevera —refrescos
y algo de carne—, improvisaron este plato.
No sé si realmente ese será el origen de esta receta. Aunque
yo apostaría mucho a que sí. Esta receta tiene un toque juvenil y desenfadado
que me hace apuntar sus raíces por esos derroteros.
Me habrás leído hasta la saciedad decir aquello de que me
encanta la creatividad en la cocina y creo que no hay mayor impulso a la
creatividad que la necesidad. No hay duda de que una nevera vacía hace milagros
con el ingenio. Si no que se lo digan a nuestras madres y abuelas.
Sé que la primera vez que escuchas lo de pollo a la Coca-Cola
te puede sonar raro. Y más raro aún le habría sonado, de haberlo oído, a John
S. Pemberton, el farmacéutico que a finales del siglo XIX inventó un jarabe
para aliviar los problemas de digestión que acabó convirtiéndose en la
famosísima Coca-Cola. Pero ya comprobarás cómo la reducción de Coca-Cola puede ser
una excelente base para una salsa deliciosa.
Es probable que conozcas la versión más extendida de esta
receta que consiste en poner en una bandeja de horno pollo cortado a trozos, en
filetes, o como prefieras y agregar un sobre de sopa de cebolla y una lata de
Coca-Cola. El resultado es más que aceptable. Una receta facilísima y rica. Sin
embargo, yo hoy te traigo mi versión mejorada de esta receta: pollo a la
Coca-Cola versión 2.0. Es distinta, lleva algunos ingredientes más y, te
aseguro, el resultado está de vicio.
Los ingredientes que
necesitas son 2 pechugas de pollo, 1 cebolla grande, 1 lata de Coca-Cola,
kétchup, salsa de barbacoa, sazonador de barbacoa, pimienta, sal, salsa de soja
y aceite de oliva.
No sé si te has percatado o no pero nunca suelo especificar
marca alguna de los ingredientes en las recetas que te traigo. No obstante, hoy
tengo que hacer una excepción porque creo que es interesante que te puntualice
la marca de algunos productos ya que, en esta ocasión, elegir una u otra podría
cambiar el sabor de la receta de manera notoria.
He probado muchas marcas de salsa barbacoa pero, sin duda,
me quedo con la de la marca DIA. Esa es la que yo utilizo para esta receta.
En cuanto al kétchup para esta receta prefiero el sabor
indiscutiblemente diferente del kétchup Henz.
Por otra parte, utilizo el sazonador de barbacoa de la marca
Hacendado pero, sinceramente, no creo que haya mucha diferencia con el de otras
marcas. Lo mismo podría decir de la salsa de soja.
Esto no quiere decir, ni mucho menos, que esta receta de
pollo a la Coca-Cola pueda hacerse solo y exclusivamente con los ingredientes
de las marcas indicadas. Puedes hacerla con el kétchup que sueles tener por
casa y la salsa barbacoa que prefieras. Sin embargo, te detallo este aspecto
por si lo quieres tener en cuenta e intentar emular exactamente mi receta.
Dicho lo cual, dejo la palabrería y te indico los pasos a seguir.
Lo primero que tienes que hacer es cortar en juliana la
cebolla y ponerla a freír.
Mientras, corta la pechuga en cubos. Salpimienta y sazona
con el sazonador de barbacoa.
Cuando la cebolla esté dorada, agrega un chorro generoso de
salsa de soja.
Después, añade los trozos de carne y rehoga un poco.
En este punto, agrega el contenido de una lata de Coca-Cola,
dos cucharadas de kétchup y cuatro de salsa barbacoa.
Cuece a fuego medio hasta que reduzca la salsa. Y listo.
Puedes acompañar el pollo de patatas fritas o, mejor aún,
una ensalada para bajar tanta sabrosura.
Quizá esté hoy demasiado envalentonada pero apostaría que esta
va a ser la receta a la que te vuelvas más asidu@ de entre todas las que te he
traído hasta el momento. Espero no equivocarme.
¡Ah! ¡Se me olvidaba! Para la versión 2.0 del pollo a la
Coca-Cola también necesitas pan porque te aseguro que querrás rebañar la salsa
del plato. Anótalo en los ingredientes. Y, ¡buen provecho!
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