A finales de agosto estuve de visita por Córdoba con un
amigo sevillano y un amigo cordobés de nacimiento y malagueño de adopción que
es embajador de ambas ciudades con el mismo cariño y devoción (puede que lo
conozcas porque, casualmente, es el redactor más salvaje de La voz de Hoy).
Además de pasear por callejuelas de la capital califal, como es de suponer, hicimos alguna que otra
parada para hidratarnos que falta nos hacía y reponer fuerzas con unas buenas
viandas.
Por recomendación de nuestro anfitrión, fuimos a almorzar al Mercado Victoria: un mercado gastronómico con
diferentes puestos donde puedes comprar productos frescos o productos
elaborados para degustar allí mismo. Me pareció una gran idea.
Una vez allí, una de las primeras y obligadas paradas fue La
Salmoreteca. No se puede ir uno de Córdoba sin haber dado buena cuenta de un
salmorejo y menos aún cuando te proponen hasta once tipos diferentes de
salmorejos que pasan desde la versión más clásica a otras de lo más creativas
como el salmorejo de aguacate o el de tinta de calamar.
Nosotros, como aún nos falta algo de osadía en el mundo del
salmorejo, pedimos el salmorejo clásico (riquísimo tal y como esperábamos) y el
de remolacha porque últimamente me lo vengo encontrando en algunas cartas de
gastrobares en Sevilla y ya tenía curiosidad por probarlo. Fue todo un acierto.
La remolacha le da una textura muy suave al salmorejo y cierto dulzor que es
muy agradable al paladar. A mí, al menos, me encantó. Por si fuera poco, en La Salmoreteca
acompañan a este salmorejo con anchoas, pipas y ceniza vegetal de queso.
El caso es que llegué a mi casa con el recuerdo de semejante
manjar y me pasé días con un antojo al que, más pronto que tarde, puse remedio.
Decidí elaborar mi propia versión del salmorejo de remolacha y el resultado,
salvando las distancias, me gustó tanto que he decidido traerte la receta.
Los ingredientes
que necesitas son 1 kg. de tomates maduros, 1 pimiento rojo, 1 ramita de
hierbabuena, 1 ajo, 2 bollos de pan, 2 remolachas (de las que venden ya
cocidas), 1 chorrito de aceite de oliva, sal y vinagre al gusto
Puede que te sorprenda lo de la hierbabuena, la agrego
porque aporta frescor al plato y mi idea es reinventarlo, no emular al tradicional
ni al de remolacha de La Salmoreteca. Te aseguro que la hierbabuena le viene
genial, prueba a añadirla y ya verás.
Con estas cantidades tendrás para cinco o seis platos
generosos de salmorejo ya es cosa tuya el que los compartas o te des tamaño
atracón. Una servidora estuvo tentada de probar esta última opción para ver si
así se me pasaba el antojo a golpe de empacho, aunque finalmente desistí, más
por cordura que por falta de ganas, todo hay que decirlo.
Para la elaboración
ya supondrás que se requieren conocimientos de física cuántica, por lo menos.
¿Los tienes? Pues entonces sigue leyendo. Trocea los ingredientes, bátelos (yo
suelo humedecer el pan en agua previamente para que quede menos espeso) y
dátelas de cocinillas mientras te dure
el salmorejo, que no será mucho tiempo.
El acompañamiento
de este salmorejo es otro de los toques distintivos que lleva y no lo podemos
olvidar.
A mí las anchoas no me gustan nada y de hecho cuando estuve
en La Salmoreteca pedí que no me las añadiera por lo que yo prescindo de de ellas pero te las menciono por si te gustan
y quieres probar la combinación porque para gustos…
Evidentemente, no es fácil encontrar ceniza vegetal de
queso, al menos yo no la tengo habitualmente en mi despensa, aunque me
gustaría, no digo que no, pero con unas pipas peladas y un poco de parmesano
rallado o algún queso similar podemos tener un acompañamiento original y
delicioso para el salmorejo de remolacha.
Espero que te atrevas a probar esta reinvención del clásico
cordobés y se te quede tan buen sabor de boca como el que yo traje de mi fugaz
escapada.
*Publicado en la sección de Gastronomía de La Voz de Hoy
Hola estoy totalmente contigo. Yo tambien visitè Cordoba y su mercado de la Victoria y probé ese salmorejo. BUENISIMO lo recomiendo entre otras exquisiteces.
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