Tengo una hermana pequeña, o lo que es lo mismo, tengo un
agujero en mi armario por el cual se escapan mis mejores modelitos los fines de
semana o cada vez que la susodicha sufre una de sus crisis existenciales de
esas del “no tengo nada que ponerme”. Esta historia es muy común, ¿verdad?
Esta semana iba a hacer la del humo porque he
estado muy ocupada y en mi peregrinaje existencial se me había dado una
conjunción astrológica desfavorable. Es decir, que he estado yo con mis movidas
y mis historias como toda hija de vecino. Pero recientemente fue el cumpleaños
de mi hermana y mi madre le preparó una tarta tan rica y fácil de hacer que me
parecía muy mal por mi parte no publicar la receta. Por lo que me he puesto
frente al teclado esperando que el Universo, si es verdad que conspira por mí,
compense mi buena disposición. No, no me he fumado nada raro ni me he tragado
un libro de Coelho. Hay días en los que, simplemente, me levanto con un
cortocircuito en la caja viscosa llena de cables que guardo en el cráneo y eso,
irremediablemente, termina influyendo en mi particular verborrea. No me lo
tengas en cuenta.
Vamos a la receta que para eso has llegado hasta aquí. Hace
mucho que te propuse reinventar la típica tarta de galleta y flan de los
cumpleaños, también conocida como la
tarta de la abuela y te traje una versión distinta con una crema de cacacao en
lugar del flan: la tarta de la abuela moderna.
A mi hermana le gustan mucho las tartas de galletas pero
también le vicia el chocolate blanco. Así que para su cumpleaños se me ocurrió
que sería una buena idea hacerle una tarta de galletas con cobertura de chocolate
blanco y crema de chocolate blanco, para que despuntara doblemente el vicio. Es
muy fácil parir ideas estupendas cuando tienes una madre que las va a llevar a
la práctica, todo hay que decirlo.
Hoy te traigo el resultado de este delicioso experimento a
sabiendas de que, si te gusta el chocolate blanco, esta se va a convertir en tu
tarta preferida.
Los ingredientes
que necesitas son 1 paquete de galletas cuadradas, 400 ml. de nata, 400 gr. de
chocolate blanco de cobertura, leche y algún licor. Y para la cobertura, 1
tableta de chocolate blanco de cobertura, un poco de nata opcionalmente y
fideos de chocolates o lo que quieras para decorar.
El único detalle significativo a tener en cuenta es que la
crema de esta tarta tienes que empezar a prepararla un día antes.
Pon en el fuego la nata y cuando empiece a hervir retira del fuego y añade el chocolate
hasta que se disuelva. Guarda esta mezcla en el frigorífico durante al menos 10
horas. Pasado este tiempo sácala y monta la crema (sí, como si fuera nata).Te
quedará una consistencia parecida a la de una mousse.
Ya sabes el sistema sofisticado que requiere montar una
tarta de galletas. Dispón las capas en la bandeja mojadas previamente en leche
tibia con algún licor. Yo suelo echarle un chorrito de whisky. Mójalas bien
porque la crema de chocolate blanco no es muy líquida y si no lo haces se te
puede quedar la tarta seca. No obstante, tampoco te pases como si estuvieras
mojando galletas con el café del
desayuno.
Ve alternando capas de galletas con la crema de chocolate
blanco.
Para la cobertura final, derrite chocolate blanco de
cobertura. Puedes agregarle un poco de nata. Esto es opcional y si lo haces que
sea muy poco no te vaya a quedar muy aguado el chocolate. Y cubre la tarta con
el chocolate blanco derretido.
Reserva en el frigorífico hasta que temple un poco. No la
vayas a decorar nada más terminarla porque el chocolate caliente se puede
tragar tu decoración como si fueran arenas movedizas y quedarte una guarrada
legendaria.
La decoración que
le quieras hacer, como suelo aconsejarte, dependerá de tu creatividad y de la
persona para la que se haga la tarta.
Yo te comento un poco la decoración de la tarta de mi
hermana por si te sirve de inspiración. Las flores son de de fondant de
colores. Las hojas se hacen con un molde en forma de hoja y la flor se hace
superponiendo pétalos con un poco de maña. Las letras se hicieron con una crema
pastelera que teníamos en casa a la que se agregó un poco de colorante rojo. Y
la clave de sol, el guiño necesario que debía llevar la tarta a la afición por
la música de mi hermana, se hizo con la misma crema de chocolate blanco a la
que agregamos colorante azul. Por los laterales lleva fideos de colores para
darle un toque desenfadado a la tarta.
Tú deja volar la imaginación. No importa que no tengas
colorantes. Lo único que debes evitar es querer decorar con nata porque sobre
el amarillo claro del chocolate blanco no se verían.
Y si no eres muy creativo, los fideos de chocolate por
encima te pueden sacar del apuro.
¿Has visto la de vueltas que le podemos dar a la clásica tarta
de galletas? Ten por seguro que, más
pronto que tarde, te acabaré trayendo otra nueva versión.
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