Me llamo Eva María, como la que
se fue buscando el sol en la playa pero sin bikini de rayas. Más que nada
porque las rayas horizontales engordan y las verticales te dan un look
presidiario poco glamuroso.
Tengo 27 años y soy sevillana, natural de un pueblo de marismas por
cuyas arterias corre jugo de tomate, conocido como Los Palacios y Villafranca.
Ahora es cuando se supone que yo me vendo sutilmente, te cuento una
versión emotiva sobre mi amor por las letras desde la niñez y te digo que
inventaba cuentos desde muy pequeña y que se los leía a otros niños… bla, bla,
bla… Chorradas. Eso ya lo sabes. Yo prefiero contarte una versión mucho más
morbosa sobre mis orígenes.
Yo, Eva María, vine al mundo con
un par de almendras ancladas a un útero y envuelto todo en una cadera que se
fue ensanchando con el tiempo. A los catorce años (un poco más tarde que al
resto de las chicas) me salieron de entre las costillas un par de colgajos de
grasa, redondos, prietos, voluptuosos, pero inestables; para salir a la calle
hay que llevarlos sujetos y dado que están cosidos al tórax de mala manera,
intuyo que se terminarán soltando y la piel irá cediendo hasta rozarme el
ombligo mientras la grasa de dentro se irá escurriendo, como la carne vieja de
las uvas que se hacen pasas irremediablemente a la par que se les arruga el pellejo y se quedan colgando a saber cómo,
de un racimo vencido que apenas las sostiene.
Eso es todo lo que tienes que saber de mí. Bueno, eso y las mil y una
estúpidas aficiones que tengo: la literatura, la historia y la cocina, entre
otras tantas.
También me entretengo en cosas mucho más serias y rentables como
hablarle a las paredes, escuchar música por la calle, ver películas de los
ochenta y envidiar los cardados de pelo, adivinar el futuro en los ojos de la
gente, espiar por la ventana mientras hago bicicleta estática... Lo típico,
vaya.
He abierto este blog porque padezco una curiosa patología:
incontinencia verbal teclativa. Vamos, que es sentarme frente a un teclado y no
puedo parar de escribir, sobre lo que sea.
Si has llegado leyendo hasta aquí, acabas de confirmar mi teoría: con
una buena prosa, puedes atrapar al lector contándole cualquier cosa, desde la
confirmación de la existencia del Bosón de Higgs al nacimiento de unos pechos,
aunque esto último es más fácil, todo hay que decirlo.
Eva María Torres de los Santos
evamariaescribiendo@gmail.com