sábado, 5 de abril de 2014

EL AJOBLANCO QUE HARÍA UN TOP CHEF





Últimamente la parrilla televisiva está inundada de programas de cocina y tú, que te los zampas todos igual que yo, tienes que ver desfilar ante tus narices platos muy resultones, a veces incluso, auténticas obras de arte, las cuales piensas, ingenuamente, que solo van a poder disfrutar tus retinas o, como mucho, tu estómago en días señalados cuando pises un restaurante aún a riesgo de dejar a tu cartera tan famélica que le rujan hasta las costuras durante un mes.

Estos programas de televisión, además, suelen tener su página web donde cuelgan recetas. Reconócelo, más de una vez te has envalentonado y al ver algunas has pensado en hacerlas, sobre todo cuando ibas a invitar a amigos o familiares a comer a tu casa y querías vacilar un poco. Sé lo pasó entonces: después de leerlas fuiste a tu cocina pero en la despensa no había nitrógeno líquido, no encontraste junto a la tostadora o la cafetera una máquina de envasar al vacío, ni tampoco tenías en el patio una maceta con citronela fresca, y claro, así no hubo manera… Quisiste jugar a ser un  Top Chef y te salió mal porque no tenías medios. Por eso, volviste al sofá derrotado.

Pues te voy a decir una cosa: levanta tus posaderas ahora mismo porque eso se ha acabado. Te voy a demostrar que se pueden hacer platos deliciosos y muy atractivos visualmente con productos básicos que nunca faltan en tu cocina y, lo que es mejor, sin electrodomésticos sofisticados. Para ello vamos a recurrir a un clásico malagueño: el ajoblanco.

Hay tres aspectos a los que siempre presta especial atención un buen cocinero: los productos de su tierra o de la tierra en la que cocina, el toque de creatividad en la elaboración sin olvidar que el sabor es lo más importante y la presentación.  Todo esto lo he tenido muy en cuenta en la receta que hoy te traigo.

Los ingredientes básicos de un ajoblanco son: almendras, pan, ajo, aceite de oliva, vinagre y agua. Pero, para hacer un ajoblanco algo diferente, te traigo una versión que, además, incluye dos nuevos ingredientes: piñones y huevo. Las cantidades exactas que vas a necesitar son: 50 ml. de aceite de oliva, 150 gr. de pan, 75 gr. de almendras crudas, 75 gr. de piñones, 1 huevo cocido, 1 diente de ajo, 500 ml. de agua, sal y vinagre al gusto.

La elaboración es tan simple como batir todos los ingredientes y meterlo luego en la nevera.

Lo bueno de esta sopa fría es que combina tanto con un acompañamiento dulce como salado y eso nos va a permitir “jugar” mucho con la presentación. Te propongo algunas ideas para ambas alternativas.

¿Qué te parecería sorprender en la mesa con un delicioso ajoblanco de piñones con reducción de Moscatel acompañado de una brocheta de frutas? Suena delicioso, ¿verdad? Pero sé que para quienes tengan problemas de azúcar esto es una bomba de glucosa en sangre. No hay problema; siempre tengo una segunda opción. ¿Qué te parecería sorprender en la mesa con un delicioso ajoblanco de piñones con boquerones en vinagre y unas gotas de oro líquido andaluz?

¿Impresionado? No te preocupes, lo de los nombres no es más que literatura, algo así como cuando yo digo que  voy a hacer manzana de la tierra cortada en bastones y acompañada de emulsión de huevo, aceite y ajo, es decir, unas patatas fritas con alioli.  Usa esos nombres solo cuando necesites abrumar a tus comensales con un ataque de pedantería culinaria. Por el contrario, las ideas que te traigo, como siempre, son muy sencillas.

Para la opción dulce, te recomendaría verter el ajoblanco en una copa. Luego, en vez de regarlo con unas gotas de aceite de oliva, como suele ser lo típico, yo te propongo  hacerlo mejor con una reducción de Moscatel. Necesitarás 100 ml. de un buen Moscatel malagueño por cada 100 gr. de azúcar. Ponlo a fuego medio y ten mucho cuidado de no pasarte con el tiempo de reducción. La idea es conseguir una especie de jarabe, no una pasta densa. Puedes agregar a la presentación fruta cortada en trozos pequeños, decorando la copa o insertadas en una brocheta. La uva moscatel, la manzana o el melón son las que, por su sabor, mejor combinan con el ajoblanco.

En cuanto a la opción salada, ¿te has fijado que en muchos bares y restaurantes acompañan al ajoblanco con un par de anchoas? A ti, malagueño, el mar Cantábrico te coge algo lejos y recuerda que hoy pretendemos tener muy en cuenta tu tierra. Sin embargo, en la costa malagueña tienes un pescado azul perfecto para acompañar esta sopa: el boquerón. Sobre un plato, vierte una fina capa de ajoblanco y dispón unos tres  o cuatro boquerones en vinagre enrollados sobre sí mismos. Para finalizar, agrega un poco de perejil fresco picado y unas gotas de aceite de oliva.


Y ahora dime, ¿tiene algo que envidiar uno de estos platos al de un Top Chef?

*Publicada en la sección de Gastronomía de LA VOZ DE HOY http://lavozdehoy.com/voces/gastronomia.html

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