miércoles, 1 de octubre de 2014

PAPA ASADA Y RELLENA COMO EN LAS FERIAS




Por mucho que intentes alargarlo, el verano se  ha acabado y hay que asumirlo. Septiembre es el mes bisagra porque todavía hay ferias y verbenas en los pueblos y la ilusión de vacaciones se puede mantener con un poco de imaginación, al menos los fines de semana, pero cuando te da en las narices el uno de octubre se esfuma la mentira.

               En los últimos días he estado pensando en los rezagados veraneantes y me he acordado de mi época de estudiante universitaria cuando el verano era una fecha límbica con una primera parte entre el último examen del segundo cuatrimestre y la semana antes de la primera recuperación de septiembre y una breve pero intensa segunda parte. Los universitarios son un espécimen único experto en jugar con el verano haciendo saltos temporales, de empezarlo y cortarlo cuantas veces sea menester y, por supuesto, de estirarlo como un chicle y alargarlo hasta que no da más de sí. Y esto es así porque,
tras las recuperaciones de septiembre, el estudiante universitario vive su segundo verano pero es un verano con mayúsculas, VE-RA-NO, de ese en el que no tienes nada que hacer, por ley, de ese que en el que ya pueden bajar las temperaturas más de diez grados que el universitario quiere pasarse el día en la piscina o en la playa y las noches de juerga, a modo de compensación por las horas perdidas. Y lo intenta eh…  El espécimen universitario va a las primeras clases del curso como si estuviera saliendo en plan chill out; va arreglado pero informal y se pasa el día buscando la excusa de cualquier hora libre para meterse en la cafetería y echarse un rato de charleta con el primero que se encuentre. Sin embargo, el uno de octubre vuelve a ser un mortal más y descubre que ya no puede seguir retrasando lo de cambiar las horas de cafetería por horas en la cola de una copistería comprando apuntes o por horas buceando entre librerías para dar con los tochos que le acompañarán este nuevo curso y que, durante meses, servirán  de elemento decorativo de algunas repisas.

               Pensando en esos universitarios y en cualquier persona a la que le cueste mucho asimilar el fin del verano, hoy traigo una de esas recetas que siempre te recuerdan a esa estación que se nos acaba de ir, aunque la hagas en pleno diciembre: papa asada y rellena como en las ferias.

               Con esta receta ocurre que a todo el mundo parece gustarle mucho pero poca gente tiene por costumbre hacerla en su casa, pese a que es muy sencilla. Yo creo que es porque, normalmente, esas papas asadas suelen comerse cuando uno lleva horas con las venas aliñadas  y dando más vueltas que una peonza por la feria, ya sea para encontrar a amistades o para hacer como que baila sevillana, y está en ese momento en el que siente un hambre atroz y sabe que tiene dos opciones: esperar a llegar a casa y dar buena cuenta de todas las sobras que haya en la nevera y hacer sus propias “guarrindongadas” (no de las que estás pensando ahora mismo, mente sucia, sino de las que habla Robin Food, que quede claro) o, darse el último capricho de la noche repostando en puestos de hamburguesas, kebabs o, como es el caso que nos ocupa, de papas asadas. No meto en esa lista a los puestos de churros porque esos son un nivel superior para cuando uno no va tan aliñado pero quiere llegar a casa bien desayunado. Párate a pensar… lo de las papas asadas no lo haces cuando quieres desayunar, lo de las papas asadas lo haces cuando necesitas una buena argamasa  para tapar el agujerazo etílico que le has hecho al estómago.

               El caso es que esa papa asada, con todo su relleno y dado el  estado de hambruna en el que la catas, te termina sabiendo a gloria pero luego, al día siguiente, no recuerdas qué llevaba el manjar que te zampaste en la feria. Estabas tú como para fijarte en eso…

               Hoy te voy a ayudar y te voy a decir qué suelen llevar esas papas y cómo se suelen hacer. Además, me parece una receta estupenda para los universitarios que viven “independientes” (la independencia del tupperware, dicho sea de paso) en pisos de estudiantes porque el relleno suele llevar ingredientes que nunca faltan en el frigorífico de un estudiante. De modo que lo único que va a tener que hacer es asar una papa y echar en ella todo lo que encuentre en frigorífico, salsas incluidas.

               Los ingredientes para esta receta son: una papa de tamaño mediano o grande, queso rallado, maíz dulce, zanahoria rallada, atún, pavo cocido, surimi, aceitunas verdes, mayonesa, kétchup y pimienta. No doy las cantidades de los mismos porque, evidentemente, se echan a ojo o al gusto.

               En cuanto a la elaboración, lo primero es asar la papa en el horno. Ese paso lleva su tiempo. Tienes que lavar muy bien la papa para quitarle  la tierra y hacerle unas pequeñas incisiones con un cuchillo antes de meterla al horno para que no reviente cuando se esté asando. Requerirá de, al menos, una hora de horno a 200º (esto es igualmente relativo, yo suelo vigilarla probando a clavarle un palillo para ver si está tierna y, a veces, tengo que dejarla algo más de tiempo).

Cuando tengas la papa asada, la abres por la mitad (te aconsejo que, también, hagas como en hacen en los puestos de papas asadas de las ferias y es que las envuelven en papel de aluminio para que no te manches con el relleno), con el tenedor levantas un poco la carne de la papa, le echas un poco de pimienta y el queso rallado que se funde enseguida por el calor de la papa recién sacada del horno. Después, agrega surimi y pavo cocido cortados a taquitos y el resto de los ingredientes en el orden que quieras y remata con un chorro generoso de mayonesa y otro de kétchup.

Este es el relleno más típico aunque de seguro te habrás encontrado muchas variantes o puede que eches algún ingrediente de menos. Tú puedes agregarle todo lo que se te ocurra o tengas a mano o quitarle los ingredientes que no te gusten. Hay quienes le agregan remolacha u otras verduras como pimientos. Hay quienes no le echan queso rallado (lo cual a mí me parece inconcebible). Hay quienes les gusta con un toque picante y recurren al tabasco, pero yo, particularmente, prefiero agregarle un poco de salsa barbacoa que me chifla.

En fin… para gustos…


Te aconsejo que ya que te pones a hacer esta papa asada, no hagas  una sino que metas varias en el horno y le alargues el verano un poquito a otros. ¡Te lo van a agradecer!


*Receta publicada en la sección de Gastronomía de La voz de Hoy

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentar es gratis. Y mi respuesta también.
Deja huella de tu paso por aquí y me harás la mar de feliz.